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Descubrí Punta Carretas

Ex Carcel Punta Carretas

La mirada de Mario

Ex Carcel Punta Carretas

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Punta Carretas Shopping

José Ellauri, Solano García, Guipúzcoa y Francisco García Cortinas. Este edificio comenzó a construirse como cárcel de mujeres, hacia el año 1896, en terrenos fiscales ubicados sobre el camino de Punta Brava o de las Carretas, actual calle Ellauri, pero en 1901 se decidió que la misma fuera penitenciaría para hombres. En 1986, luego de un motín se clausuró cono presidio, y al año siguiente se llamó a concurso de ideas para su reutilización, presentándose 170 empresas, que fueron desechadas por no poder financiar los proyectos. El gobierno decidió entonces realizar un llamado a licitación, declarado desierto, por lo que se resolvió en 1991 realizar la venta directa. La empresa compradora proyectó la construcción de un centro comercial y cultural, llamado «Punta Carretas Shopping Center», abriendo finalmente sus puertas en julio de 1994.

https://www.puntacarretas.com.uy/

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LA BORRA DEL CAFÉ

La borra del café recoge gran cantidad de vivencias del Mario niño. Muchas de las mudanzas que realizaron los Benedetti por aquellos años están narradas en el primer capítulo, llamado precisamente «Las mudanzas». Pero más adelante, en el capítulo «Incompatibilidades», nos enteramos de una mudanza más, ahora desde Capurro a la calle Ariosto del barrio Punta Carretas. La casa estaba ubicada muy cerca del Penal, a cuyo otro lado vivían los abuelos de Mario (y de Claudio). Una fuga famosa de varios anarquistas y presos comunes sirve de base al capítulo «El buen trato», donde Claudio cuenta con mucha gracia las teorías de sus dos abuelos acerca de los misteriosos movimientos que, previo a la fuga, veían en la carbonería que da nombre al capítulo:

«Del otro lado de la cárcel, exactamente sobre la calle Solano García, vivían mi abuelo Javier y mi abuela Dolores, la enferma permanente. Su vivienda, bastante modesta, quedaba entre los fondos de la iglesia (Nuestra Señora del Sagrado Corazón) y el local que había ocupado la ya célebre carbonería El Buen Trato, donde se fraguó y llevó a cabo la fuga de Rosigna, Moretti y otros presos, gracias al túnel que se cavó desde la carbonería. [...] lo que más me divertía era la versión del abuelo (sobrepuesta a la de la abuela) sobre la fuga de los anarquistas. “Tu abuela, que tiene buen oído y padece de insomnio, escuchaba por las noches unos ruidos extraños en el local vecino, y siempre me decía: Ésos no son carboneros ni nada que se le parezca. Yo le replicaba: He sido testigo de que venden carbón. Y ella: Como si vendieran lechugas. Esos tipos tienen una maquinita y por las noches fabrican billetes. Ya lo vas a ver. Mantuvo su tesis empecinadamente. Cuando venía un camión por la calle del fondo y los de El Buen Trato cargaban bolsas y más bolsas, tu abuela decía: ¿No te parece una carbonería un poco extraña? En vez de traer carbón, se lo llevan. Esas bolsas deben estar llenas de billetes falsos, esos que fabrican por las noches con una maquinita que no me deja dormir. Yo le decía que no, que esas bolsas eran para el reparto del carbón a domicilio. Y ella: Es la primera carbonería que reparte los domingos. ¿Te fijaste que el camión viene sólo los domingos? Bueno, después todo se aclaró. Las bolsas no contenían billetes falsos sino tierra verdadera, la que extraían para hacer el túnel.” El abuelo me había contado la historia una y otra vez, claro que siempre con algún cambio. Creo que al final se hacía un enredo con la realidad, la versión de la abuela y lo que su propia imaginación añadía.»

La borra del café es, en palabras del propio Mario, una de sus mejores novelas: «Es la única que en algún sentido es autobiográfica. O que por lo menos lo es en el envase, pues el protagonista es totalmente inventado pero vive en los barrios donde yo viví. Capurro -uno de los más queridos-, Malvín, Punta Carretas.» Fue publicada en Montevideo (1992), Buenos Aires y México (1993), Madrid (1996) y Barcelona (2000), y traducida al alemán (1994), al checo (2000), y al portugués (1998).

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MONTEVIDEANOS

«Déjanos caer», último cuento del libro Montevideanos, es narrado por Tito, un dramaturgo montevideano que tal vez se crea un poco mejor de lo que es. Se encuentra en un bar con un supuesto escritor en busca de temas para cuentos. Tito, verborrágico, le cuenta algunas indiscreciones, sobre todo las de la actriz Ana Silvestre. Le cuenta entonces dónde vivía la actriz en su juventud, en «Punta Carreta», así, sin «s», y Mario aprovecha para homenajear a Bello y Reboratti, apellidos señeros de la arquitectura montevideana, que embellecieron la ciudad con sus construcciones:

«Ella vivía aquí con una tía que tiene por cierto su pasado glorioso. La casa era en Punta Carreta, cerca de la cárcel. Uno de esos conglomerados de Bello y Reborati, que siempre me hicieron acordar a un juego de armar casitas que tuve cuando botija.»

Listos para ser publicados en 1955, los cuentos que integraron la primera edición de Montevideanos esperaron hasta 1959 para ver la luz. Ese año, la Editorial Alfa se encarga de publicar los once cuentos, y con ello también de que sea el primer libro cuya edición no sale del bolsillo del autor. En 1961, con prólogo de Emir Rodríguez Monegal y ocho cuentos más, se publica la versión definitiva tal cual permanece hasta nuestros días. El éxito es tal que vuelve a editarse en 1964, 1967 y 1972 por la misma editorial. También se publicó en Cuba en 1968, y en México en 1978. Con el retorno de la democracia se vuelve a editar en Uruguay en 1986.

Descubrí a

Mario

1931


Son varios los hechos significativos que rememora Mario en La borra del café, tanto para él como para la sociedad en general. Uno de ellos es la fuga de la Carbonería «El Buen Trato», en la calle Solano García de Punta Carretas y lindera a la casa de los abuelos de Mario. Cuando el suceso, Mario contaba con apenas once años, y esa ubicación de la casa de los abuelos le permitió conocer los hechos de primera mano. El 18 de marzo de 1931 un grupo de once presos -entre ellos, varios anarquistas que habían asaltado el Cambio Messina-, se fugaron del Penal de Punta Carretas a través de un túnel de 50 metros que unía el baño de la cárcel con la carbonería. El hecho es narrado con humor a través de los abuelos de Mario en el capítulo que lleva el nombre de la carbonería.

Parroquia de Punta Carretas
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Rambla de Punta Carretas