. «No ha claudicado» es un relato narrado con inteligencia y cierta dosis de ironía, y cuenta la historia de dos hermanos enemistados, parte por codicia, parte por un malentendido. Ese odio fraternal, aparentemente lógico por su justificación, tiene al final raíces más profundas que disparan interrogantes acerca de la verdadera naturaleza del mal en el hombre. Uno de los hermanos iba los domingos al Parque Rodó, con su esposa y otra protagonista del cuento, paseo montevideano por excelencia. Como otros cuentos del libro, desnuda las diversas emociones, y entre ellas, las miserias espirituales de personas comunes y corrientes, como puede ser cualquier lector.
Listos para ser publicados en 1955, los cuentos que integraron la primera edición de Montevideanos esperaron hasta 1959 para ver la luz. Ese año, la Editorial Alfa se encarga de publicar los once cuentos, y con ello también de que sea al primer libro cuya edición no sale del bolsillo del autor. En 1961, con prólogo de Emir Rodríguez Monegal y ocho cuentos más, se publica la versión definitiva tal cual permanece hasta nuestros días. El éxito es tal que vuelve a editarse en 1964, 1967 y 1972 por la misma editorial. También se publicó en Cuba en 1968, y en México en 1978. Con el retorno de la democracia se vuelve a editar en Uruguay en 1986.
Una de las características de Mario a lo largo de su vida ha sido el trabajo permanente, ya se tratara del necesario para el sustento como del literario. La segunda mitad de la década del cincuenta es, también, una época de frenético trabajo; Mario escribe, escribe mucho. A sus horas en la Ex-Industrial Piria suma artículos de crítica y periodismo en el semanario Marcha y los periódicos El Diario y La Tribuna Popular, tareas en las que a veces aparece bajo los seudónimos de «Damocles» u «Orlando Fino». También escribe para las revistas literarias montevideanas Número, Alfar, Asir y Deslinde, y encuentra tiempo para escribir obras de teatro. Ya falta menos para dejar definitivamente la oficina y dedicarse exclusivamente a escribir, pero todavía no es el momento. En 1955 ya tiene el título y el material para un nuevo libro: Montevideanos, pero no quiere costear la edición de su bolsillo como hizo hasta ahora. Finalmente, en 1959 consigue un editor y lo publica:
Los Poemas de la oficina, Montevideanos, y más adelante La tregua, llevan en su esencia el Montevideo de aquellos años.
1- Entrevista en revista RumboSur, 2006