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Parque Rodó

La mirada de Mario

Parque Rodó

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Parque Urbano/Parque Rodó:

El Parque José Enrique Rodó tiene cuarenta y dos hectáreas de extensión y constituye un paseo tradicional para los montevideanos. Incluye un lago artificial, con una superficie aproximada de casi 20.000 metros cuadrados, una zona de juegos infantiles y un parque de atracciones mecánicas donde también se dispone de varios locales gastronómicos. En 1917 el parque cambió su nombre de Parque Urbano por el de Parque Rodó, y por extensión, con el tiempo, el barrio se hizo homónimo. En el castillo junto al lago funciona la Biblioteca Infantil «María Stagnero de Munar». Del otro lado del Lago se ubica el Pabellón de la Música, que rinde homenaje a las grandes almas musicales germanas: Beethoven, Mozart, Brahms y Wagner, y supo servir como escenario para orquestas y grupos de cámara. En su zona arbolada, el parque es pródigo en monumentos y estatuas: así podemos encontrar, entre otros, los monumentos a José Enrique Rodó, a Guillermo Tell, al Prof. Zolesi, a Leonardo Da Vinci, a Amado Nervo, a Florencio Sánchez, a Albert Einstein, la Fuente de los Atletas, el Labrador, los bustos del Dr. Roux y de Samuel Blixen, el monumento ecuestre Nuevos Rumbos, el denominado Cósmico -en estilo de arte constructivo-, y el más reciente, monumento a Confucio, inaugurado en 1985. En vísperas de las celebraciones de Navidad, en las inmediaciones del Lago, se realiza cada año la tradicional Feria del Libro y del Grabado.

Parque Hotel/Edificio Mercosur:

El Parque Hotel es un emblemático edificio frente a la playa Ramírez que se terminó de construir en 1909. Fue concebido como un sofisticado establecimiento dedicado al consumo del ocio y el esparcimiento, propuesta que, si bien emulaba a los hoteles de la costa francesa, resultaba aquí totalmente novedosa. Incluía, además de un hotel de playa, un salón de fiestas, un restorán y un casino, pero ofrecía sobre todo un aura de lujoso esplendor, buscando atraer a un público acaudalado. Bajo la mirada integradora del eclecticismo se combinaron con mucha libertad tanto recursos propios de la tradición clásica como del art nouveau,; la prestigiosa cultura francesa fue puesta al servicio de una arquitectura criolla focalizada en el puro efecto. En 1997 la Intendencia Municipal de Montevideo entendió que la utilidad del edificio se había reducido casi exclusivamente a la explotación del casino, y entonces decidió ceder el Parque Hotel al Poder Ejecutivo para instalar allí la Secretaría Administrativa del Mercosur. A partir de entonces se realizaron las transformaciones que definieron el estado actual del edificio, se restauraron algunos sectores y se transformaron otros para adaptarlos a sus nuevas funciones, se crearon salas de plenarios, salas de prensa y las antiguas habitaciones pasaron a ser oficinas para los distintos servicios de la institución. Es Monumento Histórico Nacional.

 

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MONTEVIDEANOS

NO HA CLAUDICADO

. «No ha claudicado» es un relato narrado con inteligencia y cierta dosis de ironía, y cuenta la historia de dos hermanos enemistados, parte por codicia, parte por un malentendido. Ese odio fraternal, aparentemente lógico por su justificación, tiene al final raíces más profundas que disparan interrogantes acerca de la verdadera naturaleza del mal en el hombre. Uno de los hermanos iba los domingos al Parque Rodó, con su esposa y otra protagonista del cuento, paseo montevideano por excelencia. Como otros cuentos del libro, desnuda las diversas emociones, y entre ellas, las miserias espirituales de personas comunes y corrientes, como puede ser cualquier lector.

Listos para ser publicados en 1955, los cuentos que integraron la primera edición de Montevideanos esperaron hasta 1959 para ver la luz. Ese año, la Editorial Alfa se encarga de publicar los once cuentos, y con ello también de que sea al primer libro cuya edición no sale del bolsillo del autor. En 1961, con prólogo de Emir Rodríguez Monegal y ocho cuentos más, se publica la versión definitiva tal cual permanece hasta nuestros días. El éxito es tal que vuelve a editarse en 1964, 1967 y 1972 por la misma editorial. También se publicó en Cuba en 1968, y en México en 1978. Con el retorno de la democracia se vuelve a editar en Uruguay en 1986.

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Mario

1956/1959

Una de las características de Mario a lo largo de su vida ha sido el trabajo permanente, ya se tratara del necesario para el sustento como del literario. La segunda mitad de la década del cincuenta es, también, una época de frenético trabajo; Mario escribe, escribe mucho. A sus horas en la Ex-Industrial Piria suma artículos de crítica y periodismo en el semanario Marcha y los periódicos El Diario y La Tribuna Popular, tareas en las que a veces aparece bajo los seudónimos de «Damocles» u «Orlando Fino». También escribe para las revistas literarias montevideanas Número, Alfar, Asir y Deslinde, y encuentra tiempo para escribir obras de teatro. Ya falta menos para dejar definitivamente la oficina y dedicarse exclusivamente a escribir, pero todavía no es el momento. En 1955 ya tiene el título y el material para un nuevo libro: Montevideanos, pero no quiere costear la edición de su bolsillo como hizo hasta ahora. Finalmente, en 1959 consigue un editor y lo publica:

«No lo recuerdo bien, pero creo que el primer libro para el que conseguí editor fue “Montevideanos”.»1

Los Poemas de la oficina, Montevideanos, y más adelante La tregua, llevan en su esencia el Montevideo de aquellos años.

1- Entrevista en revista RumboSur, 2006
MNAV
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