El capítulo 7 de Gracias por el fuego nos presenta a Gloria, la amante de Edmundo Budiño. La describe en ese momento de la novela y relata la historia de su amor con el padre de Ramón, del nacimiento y desgaste progresivo de esa relación. Como siempre, latente o manifiesta, se siente la presencia de Montevideo: el antiguo Salón de Bellas Artes -hoy Museo Nacional de Artes Visuales-, la Facultad de Derecho, el Parque de los Aliados, el Estadio Centenario -hoy Parque Batlle-, el Teatro Solís y el viejo Café Tupí, testigo del inicio de la relación pero ya inexistente cuando Gloria recuerda aquel primer encuentro. En este capítulo, también aparece por primera vez la frase que da título a la novela:
Gracias por el fuego cuenta la historia de Ramón Budiño -un burgués montevideano-, la conflictiva relación con su padre Edmundo -un poderoso empresario corrupto y autoritario-, describiendo la frivolidad y la mentira en las relaciones humanas, en una sociedad conformista y decadente, contemporánea a Mario en el momento de escribirla. La historia de la publicación de esta novela es toda una odisea. Leído el manuscrito por un crítico de confianza, éste recomendó a Mario que lo quemara. Afortunadamente no lo hizo, y decidió presentarlo a un concurso extranjero, quedando Finalista del Premio Biblioteca Breve Seix Barral de Barcelona. Esto fue en 1963, año en que la censura era implacable en España. A sugerencia de la editorial, Mario modifica el final de la obra, pero aún así, la publicación del libro fue prohibida. La primera edición recién ve la luz en Montevideo en mayo de 1965, y en 1972 ya andaba por su novena edición. En 1969 había aparecido en México y Cuba. Recién en 1974 se pudo publicar en España, año en que también se hizo en Argentina, donde se agotó en un mes.
1- Gracias por el fuego, pág 103Entre fines de los cincuenta y comienzos de los sesenta la actividad de Mario es incesante: a su ya cargada agenda de actividades literarias y laborales -aún trabaja en la Ex-Industrial Francisco Piria-, se suman invitaciones a participar en publicaciones y también viajes, pero por sobre todas las cosas, sigue escribiendo y escribiendo. También en 1962 colaboró con el Partido Socialista, llegando a figurar en los últimos lugares de sus listas en las elecciones de ese año. Y si La tregua marcó claramente una etapa, tanto a nivel temático como de popularidad, y El país de la cola de paja significó un crudo diagnóstico de la sociedad uruguaya, Gracias por el fuego es, en forma de metáfora, el primer tibio grito de rebeldía ante la decadencia moral. Escrita en 1963, la novela señala una transformación en la obra de Mario, pasando de las preocupaciones morales y éticas de su sociedad a las políticas: hay un evidente quiebre generacional en el Uruguay de aquellos años, que se ve reflejado en las páginas del libro.