«Croquis para algún día» es un boceto de lo que Mario vislumbraba para el día de su retorno del exilio, cuando éste recién había comenzado. Entre reencuentros y abrazos, entre seres y lugares queridos, Montevideo muestra heridas aún abiertas: son los detenidos-desaparecidos por la dictadura, que se extienden a los de toda América Latina. Es necesario curar y cerrar esas heridas con Verdad y Justicia; es necesario no olvidar esas heridas para no volver a sangrar.
En sus diálogos con Osvaldo Ferrari, Jorge Luis Borges dice que acaso la distancia puede actuar como inspiradora, y que tal vez «el único modo de estar emotivamente en un lugar es no estar físicamente, ¿no?» Algo de esto parece ser lo que ocurre con Mario y Montevideo en el exilio, período durante el cual fue escrito La casa y el ladrillo. Un libro donde aflora la nostalgia por la ciudad toda, por sus calles y zaguanes, por el río omnipresente, por los amigos que están presos o muertos. La ciudad que le fue quitada, y que en esos días duerme bajo el cielo de una dictadura que la hace todavía más dolorosamente lejana. El cuerpo de Mario no está en Montevideo; su corazón sí. En La casa y el ladrillo, escrito en Cuba entre 1975 y 1976, y publicado en México en 1977, empiezan a aparecer los primeros versos de Mario marcados por el tema del exilio, que junto al desexilio son circunstancias que envolverán gran parte de sus textos de aquí en adelante. Este poemario es, para muchos, el más importante acerca del exilio, desde la nueva y dolorosa experiencia de vivir el Uruguay a la distancia.
1- Croquis para algún día, La casa y el ladrillo, pág. 127