1940 - 1945
Luego de pasar por varios trabajos, Mario consigue lo que para muchos era inalcanzable en el Uruguay de aquellos tiempo, una especie de certificado de seguridad económica para el resto de la vida: un empleo público. En 1940, y recién llegado de Buenos Aires, ingresa como funcionario en la Contaduría General de la Nación. Se puede pensar que el gris ambiente oficinesco y burocrático de muchas de sus obras nace allí, y en cierto modo es cierto, aunque no tanto:
«Lo viví personalmente, en las oficinas públicas y en las privadas. Pero no en aquella ocasión; porque al poco tiempo pesqué un tifus grave que me apartó del trabajo por un largo período.»
Superado el tifus -del que le quedó como secuela un persistente asma-, Mario vuelve a las oficinas en 1942 para quedarse allí hasta 1945. Contra todo pronóstico, deja por propia voluntad el empleo público, esa especie de seguridad estatal garantizada que muchos deseaban alcanzar.