Incluido en Montevideanos y escrito en 1954, «Puntero izquierdo» es un clásico de la narrativa futbolera rioplatense. Se trata de la historia de un puntero izquierdo al que se le frustra el pase a un equipo más importante, el gran salto de su vida como futbolista. Lo relata el mismo jugador, explicándole a un amigo -entre otras cosas-, la dureza de las canchas en las que acostumbraba a jugar:
Listos para ser publicados en 1955, los cuentos que integraron la primera edición de Montevideanos esperaron hasta 1959 para ver la luz. Ese año, la Editorial Alfa se encarga de publicar los once cuentos, y con ello también de que sea al primer libro cuya edición no sale del bolsillo del autor. En 1961, con prólogo de Emir Rodríguez Monegal y ocho cuentos más, se publica la versión definitiva tal cual permanece hasta nuestros días. El éxito es tal que vuelve a editarse en 1964, 1967 y 1972 por la misma editorial. También se publicó en Cuba en 1968, y en México en 1978. Con el retorno de la democracia se vuelve a editar en Uruguay en 1986.
1- Puntero izquierdo, en Montevideanos, pág. 32
Según La borra del café, la cancha del Lito quedaba muy cerquita del Parque Capurro. Aunque hay dudas sobre la verdadera ubicación de esa, el hecho de que sea uno de los dos paisajes esenciales de la infancia de Claudio en ese barrio tan querido para Mario, merece aunque más no sea su mención en este recorrido:
La borra del café es, en palabras del propio Mario, una de sus mejores novelas: «Es la única que en algún sentido es autobiográfica. O que por lo menos lo es en el envase, pues el protagonista es totalmente inventado pero vive en los barrios donde yo viví. Capurro -uno de los más queridos-, Malvín, Punta Carretas.» Fue publicada en Montevideo (1992), Buenos Aires y México (1993), Madrid (1996) y Barcelona (2000), y traducida al alemán (1994), al checo (2000), y al portugués (1998).
1- La borra del café, pág. 30
En uno de los muchos reencuentros de su desexilio, Javier Montes le explica a su amigo Fermín, entre otras nostalgias, cómo sobrellevaba la añoranza futbolera de los fines de semana mientras vivía en España:
Andamios narra la historia del periodista Javier Montes que, en 1995, vuelve al Uruguay para recuperar su espacio interior en un país que le arrebataron por la fuerza. Según Mario, es una especie de inmersión de los personajes de La borra del café, que saltaron de sus páginas para construir esos andamios. Y aunque no la reconoce como autobiográfica, sí admite en esta novela algunas pinceladas personales: «Yo también fui un exiliado y lo pasé muy mal. El exilio político es diferente del económico. La muerte, si es forzada, también es una forma de exilio». Publicada en Buenos Aires (1996), México (1997), Madrid y Montevideo (2009), Barcelona (2015), y traducida al italiano (2006), y al portugués (2017).
1- Ciudad en que no existo, en La casa y el ladrillo, pág. 77
La relación de Mario con el fútbol comienza siendo muy niño. La azotea de unos amigos de la infancia fue su primera cancha, y también donde decidió los colores que seguiría:
Esos amigos lo llevaban al Estadio a ver a Nacional, y ahí se hizo hincha, a pesar de que en su casa su padre -aunque no muy futbolero-, era del eterno rival, Peñarol, y toda la familia de su madre de Defensor.
Como futbolista, siempre tuvo la honestidad de admitir sus limitaciones:
El primer partido importante que Mario recordaba era la semifinal Uruguay - Italia, por el Campeonato Olímpico de 1928. Lo vivió entre una multitud, en la Plaza Cagancha, frente al periódico Imparcial, que subía y bajaba pizarras actualizando las alternativas del partido. Este recuerdo está narrado con detalle en el fragmento «Gente que pasa», de La borra del café. De la final del Mundial de 1930 recuerda:
Sobre los años cuarenta Mario iba todos los fines de semana al Estadio y, bajo la firma de Orlando Fino, escribía crónicas humorísticas para el diario La Mañana. Pero la pasión futbolera tiene un límite humano que Mario no dejaba de ver; el fúbol nunca puede ser todo. Aunque el Maracanazo fue una gesta deportiva, siempre consideró exagerada la trascendencia que se le daba:
Además de escribir sobre aspectos que relacionaban al fútbol con el carácter nacional, también escribió algún cuento sobre el tema. Los dos más conocidos, el gracioso «Puntero izquierdo», que está en Montevideanos, y el más dramático «El césped», en Despistes y franquezas. Los tiempos cambiaron y el fúbol también.
Para alguien tan afecto a la tranquilidad, la austeridad y la discreción, el giro que había tomado el deporte en los últimos tiempos, con una violencia desmedida en la tribunas y en el campo, y un mercado tan inflado y desmedido como esa misma violencia, hacían que lo mirara con cierta distancia:
1- Entrevista de Diego Borinsky, El Gráfico, 1996
2- Ibíd, y Entrevista de la Redacción de El Gráfico, 1999
3- Ibíd, 1996
4- Ibíd, 1996
5- Ibíd, 1996